Un reciente estudio realizado por la Universidad de Medellín analizó el papel del grupo de rap AlcolirykoZ como cronistas urbanos de la transformación acelerada que vive Medellín, especialmente en lo relacionado con la gentrificación y la turistificación.
“Lo hace importante es porque el rap no aspira a una versión institucional ni hegemónica ni limpia de la ciudad sino que aspira, desde su esencia, a contar una ciudad real, y esa otra cara, así como se analizan esas otras músicas, es necesario”, explicó Carlos Andrés Arango, profesor Facultad de Comunicación de la Universidad de Medellín.
La investigación, titulada Música de barrio, negocio y ciudad, adoptó un enfoque cualitativo y hermenéutico para interpretar las letras del grupo.
“Con esta investigación quería resolver una pregunta sobre de qué forma AlcolirykoZ abordaba en sus canciones temas como la gentrificación, pero durante el estudio me encontré con una palabra que se llama turistificación, que tiene similitudes, pero también diferencias”, afirmó María Paula Quintero Buriticá, estudiante de Comunicación gráfica publicitaria de la Universidad de Medellín, quien lideró la investigación.
Ambas problemáticas —el desplazamiento de habitantes tradicionales por la llegada de nuevos residentes o turistas, y la mercantilización del espacio urbano— aparecen reflejadas en las letras del grupo, muchas veces desde una mirada crítica.
Uno de los ejemplos está en la canción ‘Síntomas de Popeye’, la cual dice: “Alquilan un rincón de la comuna 13/y como Cristóbal Colón vuelven a su país”. También en el sencillo ‘El remate’: “El sonido de la gentrificación es el silencio”.
El estudio subrayó cómo el hip hop, desde su raíz contestataria, funciona como vehículo de resistencia frente a los efectos del crecimiento económico mal planificado.
“Ellos lo muestran de esta forma: criticando y mostrando lo que está pasando en Medellín a través de sus líricas y rimas”, sostuvo Quintero, quien destacó cómo canciones como ‘Todo está muy caro’ aluden implícitamente a procesos de transformación urbana que elevan los costos de vida y excluyen a los habitantes originales.
De otro lado, el profesor Carlos Andrés Arango resaltó la potencia simbólica de estas letras. “Es la paradoja del barrio violento que se recuerda de la infancia y que ahora es visitado por extranjeros atraídos por un mito urbano”, explicó. En su análisis, el rap se convierte en una herramienta de memoria y denuncia, al contrastar la experiencia vital de los raperos con las narrativas hegemónicas que intentan maquillar la ciudad para el consumo turístico.
La investigación también reconoció otros temas en el repertorio de AlcolirykoZ: la cultura popular, las tradiciones barriales y los personajes cotidianos de Medellín, en especial de Aranjuez, el barrio natal del grupo. “Narran la vida del barrio y hacen que la gente se sienta identificada”, agregó Quintero.
Publicado en la revista Cuadernos de la Universidad de Palermo, el estudio ha sido presentado en distintos eventos académicos como RedColsi y encuentros de semilleros de investigación. Además, será socializado en agosto en la Universidad de Palermo en Argentina.
Más allá de una lectura estética o musical, esta investigación plantea una reflexión sobre el derecho a la ciudad y la necesidad de políticas urbanas que no solo privilegien el crecimiento económico, sino que también protejan el tejido social y cultural de los barrios. Como lo sugiere Quintero, “la idea es que se abra más ese debate en la parte académica y teórica”.