
Un estudio de la Universidad de Medellín reveló que la cáscara de naranja, uno de los residuos agroindustriales más abundantes en Colombia, puede descontaminar aguas residuales con una efectividad superior al 97%. Esta solución natural, de bajo costo y fácil procesamiento, representa una alternativa viable frente a la contaminación generada por las industrias textil, cosmética y alimentaria.
De acuerdo con datos del estudio, el 50% de los colorantes industriales en Colombia se destina a la industria textil, mientras que el restante se utiliza en sectores como el papel, el cuero, la farmacéutica y la cosmética. Estos compuestos, al ser vertidos sin tratamiento, se convierten en una amenaza ambiental persistente. En este contexto, la cáscara de naranja aparece como una solución prometedora: sin necesidad de procesos térmicos ni químicos, basta con lavarla, triturarla y tamizarla para convertirla en un bioadsorbente eficaz.
La investigación, liderada por la docente Angélica Forgionny Flórez del Instituto de Ciencias Básicas, responde a dos problemáticas ambientales urgentes. Por un lado, la acumulación masiva de residuos orgánicos —como cáscaras de frutas— que alcanzan alrededor de seis millones de toneladas anuales en el país y que, en su mayoría, terminan en rellenos sanitarios, generando gases de efecto invernadero y condiciones propicias para vectores transmisores de enfermedades. Por otro lado, la presencia de contaminantes como los colorantes industriales en cuerpos de agua, los cuales no solo afectan la flora y fauna acuática, sino que también suponen riesgos para la salud humana.
Durante las pruebas realizadas en laboratorio, se analizaron dos colorantes modelo ampliamente utilizados en la industria: el cristal violeta y el azul de metileno. En ambos casos, se observaron niveles de remoción cercanos al 80% incluso en matrices reales, es decir, en mezclas de contaminantes que simulan las condiciones reales del agua residual. Además, el material mantuvo su capacidad de absorción después de cinco ciclos de uso, lo que refuerza su viabilidad como herramienta sostenible.


“La idea es aprovechar un residuo abundante como la cáscara de naranja para ofrecer una solución sencilla y efectiva a una problemática compleja. No requiere tratamientos costosos ni transformación industrial, y sin embargo logra remover colorantes peligrosos del agua con alta eficiencia”, afirmó Angélica Forgionny Flórez, destacando el potencial de esta innovación en entornos reales.
Aunque el estudio se desarrolló a escala de laboratorio, los investigadores se preparan para avanzar hacia pruebas en entornos reales, con el objetivo de validar el comportamiento del bioadsorbente en condiciones más complejas. Este desarrollo se enmarca en las iniciativas de economía circular y uso de tecnologías limpias, consolidando a la Universidad de Medellín como un referente en investigación aplicada al cuidado ambiental.